Por: Jaime Largo.– En esta aventura nos vamos a adentrar un poco en lo que son las creencias populares que han sido transmitidas a través de generaciones y que no escapan a una localidad o lugar geográfico en específico, sino que han traspasado las fronteras de caminos y caseríos de la provincia donde, por lo general, son más frecuentes estos cuentos, leyendas o supuestos avistamientos entre sus pobladores asegurando su veracidad, y se han extrapolado a las zonas urbanas.
A partir de esta premisa, podemos decir que un fenómeno paranormal son hechos que no han sido explicados en los términos de investigación de la ciencia moderna, donde únicamente pueden ser considerados desde los principios de la base de la ciencia en sí. Para hablar más en castellano, estos fenómenos son los que aseguran muchas personas haber presenciado y mantienen su veracidad, aún sin tener una explicación desde el punto de vista científico, es decir, no pueden explicarlo, pero aseguran su veracidad.
En lo personal, en lo que llevo de vida, jamás he tenido ningún tipo de encuentro de este tipo, por lo que no podría asegurar que sean ciertos o son meramente juegos y creación de la mente de quienes han crecido bajo parámetros de crianza diferentes a los míos. Por lo tanto, sería muy atrevido de mi parte decir que mienten o que no sea cierto lo que dicen.
Hoy quisiera compartir con ustedes uno de esos ejemplos de avistamientos paranormales de quienes a carta cabal defienden sus experiencias como ciertas y vividas, y cuando queremos creer en algo, nuestra mente seguramente hará que suceda.
Muchos de ustedes habrán podido escuchar de boca de amigos o familiares acerca de la aparición de brujas sobre el techo de sus viviendas, y de ahí han evolucionado muchas teorías y creencias en la aparición real de estos seres mitad humanos y mitad pájaros. En su mayoría, cuentan que se manifiestan de varias formas; las más comunes son aves gigantescas con cara de mujer, bolas de fuego o mujeres con patas de gallo.
Estas personas, en conversaciones informales, me han asegurado haberlas visto y sentido, motivo por el cual siguen ciertos rituales para deshacerse de ellas y de sus malos augurios. Me han comentado que, estando en sus hogares, repentinamente sienten ruidos extraños que provienen del techo sin explicación aparente, y al investigar su procedencia, se han topado con estos seres de la oscuridad. Casualmente, siempre aparecen de noche, según sus mismas palabras, donde la oscuridad los rodea y, como punto en común, sus techos son de láminas de zinc.
Dichos relatos aseguran haber escuchado como algo cae sobre las láminas y sonaban ruidos de algo muy pesado, llegando a pensar que los mismos se romperían, pero nunca pasó. Aseguran que comienzan a caminar sobre los mismos como si fuera un animal de gran talla arrastrando sus uñas. Al salir para ver qué sucedía, pudieron ver estos especímenes que parecían robar sus energías y se iban. Según relatan, estas apariciones se dan por hechos de envidia e incluso por temas de infidelidad, y el remedio para esto es gritarles malas palabras y rezarles, ordenándoles que se vayan de sus casas. Otros aseguran que estas criaturas, en forma humana, luego aparecen pidiendo un poco de sal, donde descubren que esas personas han lanzado algún maleficio sobre ellos.
Uno de los métodos para acabar y atrapar a las brujas, según relatan, es amarrar de la cintura un “mecate”. Debes rezar y seguir con los nudos, uno tras otro, hasta que no pueda volar y quede amarrada a la tierra. Así, de esta manera, cuando los primeros rayos del sol la toquen, morirá y romperá el maleficio. En definitiva, son muchas las anécdotas que aseguran el encuentro con estos seres que, en lo particular, jamás he vivido. ¿Has tenido este tipo de experiencia?
Jaime Largo. Animalista, amante de la naturaleza, senderista, vicepresidente Fundación Colinas de Carrizal.
Correo: jaimel2010@gmail.com @caminandoconjaime2 @jaimelargo2021
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