Opinión
Las tres invasiones de Fidel Castro a Venezuela
Un recuento histórico detalla las incursiones armadas organizadas desde Cuba contra territorio venezolano en la década de 1960. El objetivo fue influir en la política interna del país suramericano.

Por: Rafael Simón Jiménez.- Dotado de una visión y un talento extraordinario, aun antes de coronar con éxito su aventura revolucionaria contra la repudiable tiranía de Fulgencio Batista en Cuba, Fidel Castro ya apreciaba con indisimulada codicia, las envidiables condiciones geopolíticas y geoeconómicas de las que gozaba nuestro territorio. Con una amplia fachada caribeña, andina, amazónica, con proyección atlántica, que le abre las puertas de la América del Sur. Con cercanía al vital canal de Panamá, y dotado de extraordinarios recursos hídricos y minerales, pocos países como Venezuela, resultan tan apreciados a la hora de trazar planes de dominación y predominio continental.
Desde el desembarco del Granma y las luchas en la legendaria Sierra Maestra, los pueblos latinoamericanos, y las fuerzas progresistas venezolanas, sometidas entonces a la dictadura de Pérez Jiménez, sintieron identificación y simpatías por las jornadas que cumplían a riesgo de su vida aquel grupo de osados y valientes barbudos, que levantaban consignas de libertad, democracia e independencia para su supliciada patria. Cuando el 23 de enero de 1958, una alianza cívico-militar pone fin a la dictadura venezolana, casi de inmediato, se levanta una honda de respaldo al movimiento guerrillero que gana espacios en la isla. El llamado “Bolívar para la sierra” o las armas que aporta el gobierno de la junta de gobierno, presidida por el Almirante Wolfgang Larrazábal a la ofensiva final contra el régimen batistiano demuestran una casi unánime identificación del colectivo venezolano con las luchas por la libertad de Cuba.
Cuando el 1º de enero de 1959, colapsa la dictadura antillana y el tirano huye de la isla, una manifestación de júbilo invade las calles de Venezuela. No por casualidad a solo pocos días de su arribo al poder Fidel Castro, jefe del triunfante ejército miliciano visita a Caracas, donde multitudes nunca vistas, hasta entonces lo acompañan en la Plaza Oleary del Silencio, a las puertas del Congreso Nacional, en el Concejo Municipal de Caracas o en el Aula Magna de la Universidad Central; solo Rómulo Betancourt, presidente electo en los comicios del 7 de diciembre de 1958, no disimula sus aprehensiones y antipatías con el estilo de Castro, y la entrevista forzada, entre los dos, solo sirve de antecedente a la deriva de sus antagonismos hacia el terreno de la confrontación directa.
La revolución cubana, que parecía en sus inicios, y según lo prometido por sus promotores como un movimiento que devolvería a la tiranizada isla su libertad, su dignidad y democracia, pronto inicia una mutación hacia un régimen comunista, que encandilará y despertará un efecto de imitación en todas las fuerzas radicales del continente. En Venezuela, el partido comunista, el MIR y la izquierda de URD, buscan emular la experiencia cubana y desencadenan una lucha armada que según sus propiciadores debía culminar en una victoria y en un experimento como el de Castro en Cuba. El movimiento subversivo, recibe apoyo en apresto, avituallamiento y financiamiento desde la isla, y no conforme con ello el propio Fidel, siempre deseoso de poner sus manos sobre los recursos y la inigualable posición geográfica de Venezuela, se plantea la participación directa de contingentes de guerrilleros cubanos en acciones sobre el territorio Nacional.
En tres oportunidades, se pondrá en evidencia la agresión directa del gobierno cubano, sobre Venezuela, la primera de ellas será solo mediante la provisión de un profuso cargamento de armas de todas las variedades y calibres, que son desembarcadas en las playas de Mucama en el estado Falcón, y que estaban destinadas a una vasta y sangrienta operación de saboteo de las elecciones previstas para diciembre de 1963. El 2 de noviembre de 1963, previa información suministrada por pescadores lugareños, el gobierno Nacional, confisca aquel cuantioso lote de armas que comprende bazucas, morteros, cañones sin retroceso, ametralladoras, cargas explosivas y cohetes ligeros, destinados a los movimientos armados, y los cuales formaban parte de un cargamento comprado por el gobierno Cubano en Bélgica.
El gobierno de Betancourt, promueve ante la Organización de Estados Americanos, una denuncia sobre la agresión del gobierno fidelista, que ya había sido suspendido de su membrecía en el organismo hemisférico, lo que lejos de hacer escarmentar al mandatario cubano, lo incita a mayores agresiones contra nuestro país. El 24 de julio de 1966, un grupo de oficiales y soldados del ejército cubano encabezados por el luego defenestrado y fusilado general Arnaldo Ochoa, desembarcan en Chichiriviche, Estado Falcón, en compañía del comandante irregular Luben Petkoff y se unen a la guerrilla que encabeza Douglas Bravo, para durante meses participar en un periplo por varios estados, donde emboscan y asesinan a varios oficiales, soldados y guardias nacionales Venezolanos.
El epílogo de las agresiones Armadas de Fidel Castro contra Venezuela, será la llamada invasión de Machurucuto, estado Miranda, suficientemente detallada por uno de sus promotores el dirigente Héctor Pérez Marcano, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, quien al frente de un contingente mixto de cubanos y venezolanos, desembarcan en tierra nacional el 8 de mayo de 1967, para incorporarse al frente guerrillero del Bachiller.
Finalmente, una paradoja insólita de esta historia contemporánea. Por primera vez en lugar o tiempo alguno, un monumento recientemente construido en el lugar del desembarco en Machurucuto, rinde homenaje a los soldados cubanos, que agredieron e invadieron el territorio nacional causando muerte de civiles y militares venezolanos.
*Por: Rafael Simón Jiménez @rafaelsimonjimenezm. Intelectual, historiador y político venezolano
Voy a hablar como sacerdote que solo teme a Dios