Por: Jaime Largo. – Nuestra aventura de hoy será conocer un poco más de un pequeño ser viviente al que todos conocemos y, aunque ante nuestros ojos raramente se presenta, definitivamente notaremos su presencia, especialmente en esta época donde su cantar es sinónimo de lluvia.
Efectivamente, nos referimos a la Chicharra o Cigarra, como es conocida en otros lugares, a esta perfecta cajita de resonancia. El canto que escuchamos de estos increíbles seres alados es producido por los machos, muy particular de la temporada de verano, donde su canto, sumamente intenso y, en algunos lugares, algo ensordecedor, comienza con un zumbido y, como por arte de magia, se convierte en tremendo alboroto. Ellas pueden lograr ese sonido mediante la vibración de unos órganos internos llamados timbales, que actúan como cajitas abdominales de resonancia.
El motivo de este canto es la comunicación. Este sonido o llamado es realizado por los ejemplares machos como forma de atraer a las hembras en temporada de reproducción e igualmente como un sistema de alarma ante el peligro o simplemente para delimitar su territorio. La manera de estos hermosos seres de emitir estos sonidos que nos avisan con antelación sobre las lluvias es fascinante, ya que involucra movimientos perfectos de órganos especializados para poder amplificar de una forma tan especial, a través de sus barriguitas resonantes, este llamado a la lluvia desde nuestra perspectiva y como manera de atraer a sus hembras a aparearse.
Si esto te pareció interesante, ahora conocerás más de esta impresionante criatura. Las chicharras tienen un ciclo de vida bastante particular y son de los insectos que más duran. Las cigarras depositan sus huevos en los árboles, y luego de varios meses, esos huevitos eclosionan y se transforman en ninfas o larvas, las cuales caen al suelo y se entierran para vivir bajo el suelo. Estas larvitas se alimentan de la savia de los árboles y tardan en crecer en un período que va desde los 2 hasta los 17 años. ¿Te imaginas pasar todo ese tiempo bajo la tierra esperando salir?
Una vez que sus cuerpos se desarrollan, ven luz por primera vez y sus ninfas escalan los troncos de los árboles y sufren una muda. Quizá muchos de ustedes las han visto pegadas a los árboles, inertes, vacías por dentro. Esto significa que se transformaron en chicharras adultas, con sus grandes y transparentes alas, y desarrolladas sexualmente, han abandonado su antiguo cuerpo.
A continuación, compartiré con ustedes un cuento popular sobre este impresionante insecto y se titula: La Chicharra y la Hormiga. Espero lo disfruten.
Durante todo un verano, una chicharra se dedicó a cantar y a jugar sin preocuparse por nada. Un día, vio pasar a una hormiga con un enorme grano de trigo para almacenarlo en su hormiguero.
La chicharra, no contenta con cantar y jugar, decidió burlarse de la hormiga y le dijo:
– ¡Qué aburrida eres! Deja de trabajar y dedícate a disfrutar.
La hormiga, que siempre veía a la chicharra descansando, respondió:
– Estoy guardando provisiones para cuando llegue el invierno, te aconsejo que hagas lo mismo.
– Pues yo no voy a preocuparme por nada, dijo la cigarra, por ahora tengo todo lo que necesito.
Y continuó cantando y jugando.
El invierno no tardó en llegar y la chicharra no encontraba comida por ningún lado. Desesperada, fue a tocar la puerta de la hormiga y le pidió algo de comer.
– ¿Qué hiciste tú en el verano mientras yo trabajaba? preguntó la hormiga.
– Andaba cantando y jugando, contestó la chicharra.
– Pues si cantabas y jugabas en verano, repuso la hormiga, sigue cantando y jugando en el invierno.
Dicho esto, cerró la puerta.
La chicharra aprendió a no burlarse de los demás y a trabajar con disciplina.
Ya sabes, todos los seres vivientes jugamos un papel en la vida y, como consecuencia, debemos protegernos.
*Jaime Largo. Animalista, amante de la naturaleza, senderista, vicepresidente Fundación Colinas de Carrizal.
Correo: jaimel2010@gmail.com @caminandoconjaime2 @jaimelargo2021
El colibrí, mensajero celestial