Por: Pedro Vicente Rodríguez Calderón.– La Dignidad es la única propiedad privada que tiene el ser humano, diría mi Padre. La Dignidad consiste en un derecho inalienable. Pero, ¿Cómo reconocer nuestros derechos, para la necesaria y permanente batalla por la defensa de la dignidad? Sería justo entender que la vida misma nos podría aportar mucho valor para apreciarla. El respeto y la defensa de la Vida individual y de la Vida colectiva en el Planeta, tendría que ser el primer Derecho Fundamental a prevalecer.
Cuando la humanidad comienza a comprender la necesaria defensa de derechos fundamentales, intenta buscar nuevos métodos de convivencia y llegar a acuerdos que eviten la “solución” de diferencias, por la vía bélica. Así surgen los primeros Estados, Repúblicas y organizaciones diplomáticas que “garanticen” la paz mundial y el Derecho Internacional Humanitario.
En estos tiempos, mientras vemos genocidios como el que comete el gobierno de Israel contra el pueblo de Palestina, con el apoyo del gobierno gringo y la mirada complaciente de los organismos internacionales; o cuando observamos los actos deleznables del gobierno estadounidense contra nuestros hermanos y hermanas migrantes, sometiéndolos a espantosas vulneraciones de su dignidad en campos de concentración salvadoreños.
Pareciera que estas aberrantes acciones internacionales, no fueran suficientes para que se activaran los mecanismos diplomáticos del Derecho Internacional Humanitario ultrajado, cuando también se atreven a arrancar de los brazos de su madre a una pequeña niña, a cuyo padre lo llevaron a las mazmorras de El Salvador y a la joven madre, la regresan con el inmenso dolor de haber sido separada por la fuerza de su hermosa hija. ¿Hasta cuándo seremos indiferentes?
«Solo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente
Que la reseca muerte no me encuentre
Vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.» León Gieco
Por: Pedro Vicente Rodríguez Calderón
Educador, Comunicador y Político