América Latina
De la dictablanda a la dictadura
Análisis exhaustivo de la evolución del régimen militar venezolano, desde la junta inicial hasta la consolidación del poder por Marcos Pérez Jiménez.

Por: Rafael Simón Jiménez.- La dictadura militar que gobernó por diez años a Venezuela (1948-1958) aparece generalmente asociada al nombre de Marcos Pérez Jiménez, y aun cuando este fue en efecto figura protagónica durante esos diez años de predominio castrense, se pueden diferenciar en el transcurso de ese decenio, tres etapas bien diferenciadas que marcaron su evolución.
Cuando el 24 de noviembre de 1948, se produce el golpe de Estado contra el gobierno democrático, legítimo y constitucional de Don Rómulo Gallegos, los militares que promueven la asonada, constituyen una junta militar de tres miembros, que preside el Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud, quien se había desempeñado como ministro de la Defensa del derrocado gobierno, y a quien acompañan en ese alto desempeño Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez.
Los triunviros comienzan su gestión, haciendo promesas de un pronto reintegro del país a la causa democrática, mediante la pronta convocatoria de unas elecciones, que a juicio de los miembros del gobierno colegiado, se realizarían en igualdad de condiciones, evitando el ventajismo, según sus palabras, el ventajismo utilizado por Acción Democrática desde el poder.
La Junta Militar disuelve sindicatos, cuerpos colegiados, y en principio su persecución se centra en los dirigentes adecos, pero el Presidente de la Junta se esfuerza en avanzar en la redacción de un estatuto electoral a cuya tarea se incorporan los doctores Jovito Villalba y Rafael Caldera, jefes de URD y COPEI, organizaciones políticas que han visto con simpatía el derrocamiento de Gallegos.
Las labores represivas y de seguridad del Estado, que cumple la Seguridad Nacional – extrañamente creada en los tiempos del trienio adeco – son jefaturadas por Jorge Maldonado Parilli, un policía civilizado y profesional, que prefiere la investigación científica a la tortura. Los más altos funcionarios del gobierno anterior, son detenidos y expulsados del país, pero además se mantiene una relativa libertad de prensa, que tolera la circulación de diarios como Tribuna Popular, órgano del partido comunista, que no oculta su aversión al régimen militar.
El 13 de noviembre de 1950, una pandilla de facinerosos, al mando del autodenominado general Rafael Simón Urbina, asesinan al Presidente de la Junta Militar comandante Carlos Delgado Chalbaud, consagrando el primer y único magnicidio de la historia venezolana. Los militares deliberan sobre los nombres y fórmulas de gobierno que deben sustituirlo, se oyen los nombres de Arnoldo Gabaldón, Gerardo Sansón, el canciller Luis Emilio Gómez Ruiz, pero al final para sorpresa de todos, el seleccionado es el Dr. Germán Suárez Flamerich, embajador en Perú, y personaje de inobjetables credenciales democráticas: miembro destacado de la generación del 28, concejal y Presidente de la municipalidad de Caracas por las fuerzas de izquierda, y más tarde diputado al Congreso Nacional y decano de la facultad de Derecho de la UCV, se presta para el indecoroso papel de marioneta de los militares. La Junta Presidida ahora por un civil, cambia de apellido y pasa de Militar, a Junta de Gobierno a secas.
Pérez Jiménez, que ya cumple el papel de amo de la situación, se inhibe de alzarse con el poder, porque su nombre aparece involucrado en la trama de la conspiración para asesinar a Delgado Chalbaud, y prefiere jugar un bajo perfil deliberado.
Las abortadas conspiraciones militares promovidas desde la clandestinidad por AD, y la fuga del dirigente Alberto Carnevali, endurecen la represión, ya el PCV ha sido inhabilitado y sus dirigentes comparten con AD los avatares de la resistencia. En la dirección de la Seguridad Nacional, se produce un cambio de nombres y de estilo, sale Maldonado, y entra el lombrosiano Pedro Estrada, cuyos antecedentes de cancerbero se remontan a los tiempos finales del gomecismo. Los métodos científicos, dan paso a la institucionalización del asesinato y la tortura como forma de implantar un miedo colectivo, se crea el campo de concentración de Guasina y se asesina al jefe de AD en la clandestinidad Leonardo Ruiz Pineda.
Sin embargo, el nuevo gobierno no puede alterar el ritmo de un proceso electoral, encausado por Delgado Chalbaud, además la obra física cumplida en los primeros cuatro años de dictadura, convencen a Pérez Jiménez, de que puede salir airoso en una consulta electoral, de manera tal que se convocan para el 30 de noviembre de 1952 los comicios para la elección de una Asamblea Constituyente, cuyo papel principal sea el de redactar una nueva carta magna.
Tres agrupaciones políticas concurren a las elecciones: el Frente Electoral Independiente, tinglado oficialista constituido para recoger el apoyo político al régimen. COPEI, la tolda socialcristiana que encabeza su fundador Rafael Caldera, y URD el partido de Jovito Villalba el gran tribuno y líder de la generación del 28, que incorpora a su plataforma al prestigioso intelectual Mario Briceño Irragorry. Desde la clandestinidad AD rechaza como una farsa el proceso electoral y llama a la abstención.
La sorpresa del gobierno militar, a la hora de escrutar los votos, será mayúscula, porque contra todo pronóstico, la gente voto abrumadoramente contra la dictadura y a favor de Jovito Villalba y URD, que capitalizan el deseo de cambio y libertad.
La victoria es aplastante en todo el país, y del desconcierto y la desmoralización inicial, los altos mandos castrenses pasan a la iniciativa para adulterar los resultados y realizar un grotesco fraude comicial, al que se niegan renunciando colectivamente 10 de los 15 miembros del Consejo Electoral, encabezados por su Presidente Vicente Grisanti. Jovito Villalba el vencedor de las elecciones, junto a la dirección Nacional de su partido, son apresados y exiliados. Con el chanchullo electoral oficializado el 2 de diciembre con la designación del coronel Marcos Pérez Jiménez, como presidente Provisional de Venezuela, se pasará de la etapa denominada Dictablanda, a una dictadura pura y dura.
*Por: Rafael Simón Jiménez @rafaelsimonjimenezm. Intelectual, historiador y político venezolano