Por: Pedro Vicente Rodríguez Calderón. – Cuando me gradué de Bachiller opté por estudiar Computación o Economía, me fui a Caracas para intentar cumplirlo, ya que el “Sistema” de entonces no me había asignado el esperado cupo. Con un amigo que ya estudiaba economía en la UCV, logré formar parte del equipo de Baloncesto de esa escuela. Con ellos entrenamos, jugamos, viajamos a Mérida y ganamos; pero no me ingresaron a estudiar. Entonces, me fui a buscar la otra opción en la facultad de Ciencias y formamos el último Comité de Preinscritos (después, se llamaron Comités de Bachilleres Sin Cupo).
Así transcurrió más de un año, hasta ingresar a estudiar Computación. A los dos años, finales de 1979, comencé a dar clases de matemática en liceos hasta convertirme en profesor. Ya llevamos más de 45 años dedicados a la docencia, ahora con temas de políticas públicas, desarrollo humano y social y, siempre, sobre la DIGNIDAD de los seres humanos que implica defender los Derechos Fundamentales.
Agradezco a la vida lo que soy y no haber estudiado Economía. Tengo muchos amigos Economistas y ninguno ha logrado explicarme con teorías y estudios econométricos sobre las distorsiones del mercado y de la economía global, mucho menos sobre la realidad venezolana de los últimos diez años. ¿Para qué sirve entonces, la Economía?
Podríamos justificar que, en los últimos cincuenta años, se incorporó una serie de variables macroeconómicas no previstas, sin que existan indicadores fiables de estas y que han tomado mucha fuerza en las finanzas nacionales e internacionales como los bloqueos, el contrabando, la corrupción, el narcotráfico, el lavado de dinero. Pero, cuando vamos al mercado, las distorsiones terminan horadando la Dignidad de los seres humanos.
“La única propiedad privada que tiene el ser humano es su DIGNIDAD”. Perucho Rodríguez Cuevas.
Por: Pedro Vicente Rodríguez Calderón
Educador, Comunicador y Político