Por: Lumhaniel.- Vivimos responsabilizando a otros por las cosas que vivimos. Si sentimos que nuestra energía colapsa, seguramente es porque alguien llegó cargado negativamente y nos contagió; si estamos viviendo una sensación de miedo, es porque otra persona nos lo traspasó, y así sucesivamente. Nos cuesta demasiado asumir nuestras responsabilidades en cuanto a cómo nos sentimos y las cosas que nos afectan; generalmente se las endilgamos a otros. Nos han hecho creer que somos una esponja emocional sin control sobre lo que nos rodea, y todos hemos comprado ese cuento, porque resulta más fácil responsabilizar a los demás que asumir nuestras emociones.
Lo que sentimos no es porque alguien nos lo contagió, «no»; no es la mala energía de nadie cercano, ni la frustración de los demás afectando las vibraciones, y mucho menos la rabia de alguien que reaccionó de mala manera por un incidente menor de tránsito. Definitivamente, es algo nuestro, que ya estaba en nosotros, es un desequilibrio energético y emocional que llevamos dentro. Claro, es mucho más fácil culpar a los demás, sin reflexionar lo que nos está afectando, que lo más seguro es que sea algo que nació en nosotros y, por lo tanto, solo en nosotros podemos encontrar la solución.
Es mucho más fácil y liberador decir que otro nos ha arruinado el día, pero la verdad es que nadie nos puede perturbar si no tenemos una herida abierta. Nadie nos puede hacer sentir mal si no llevamos dentro algo que le dé cabida. Si nos duele lo que hablan de nosotros, es porque en algún lugar de la mente tenemos arraigada una idea que coincide con lo que comentan. Si nos incomoda la frustración de otros, es porque no hemos aprendido a manejar las nuestras.
No reaccionamos a los demás; reaccionamos a lo que ellos despiertan en nosotros. Cuando empezamos a hacer conciencia objetivamente de eso, paulatinamente vamos asumiendo las consecuencias de nuestras debilidades.
No podemos ser como barcos a la deriva, que cualquier ola que pase nos tambalee, mucho menos que el humor de otros nos afecte de tal manera que estemos condicionados a las actuaciones ajenas.
Hay otra forma de asumir la vida, pero esta no se trata de evitar a la gente negativa, ni mucho menos aislarnos; debemos fortalecernos anclándonos en nuestra propia presencia, convirtiéndonos en una roca inamovible, que no la hará temblar ni la peor tormenta que se presente.
Cuando logramos fortalecernos desde el amor, se van los miedos y la energía de los demás deja de tener poder sobre nosotros; no porque ellos cambien, sino porque hemos dejado de ser vulnerables ante los embates del ego.
Cuando ignoramos las malas acciones de otros, es porque ya nos estamos fortaleciendo y estamos muy seguros de quiénes somos; por lo tanto, no sucumbimos a las bajas pasiones de personas que están en niveles vibratorios muy bajos, al punto que son totalmente dominados por el ego.
No reaccionemos a las perturbaciones energéticas de otros, ejerzamos nuestra armonía interior. Esa será la mejor arma con la que nos defenderemos de los embates del ego. Solo así pasaremos de vivir reaccionando a vivir eligiendo. Esta es la libertad que pocos llegan a conocer.
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Lumhaniel: Psicoastrólogo, Sanador energético integral, Psicoterapeuta de familia y pareja, Sanador con Archivos Akáshicos, escritor, cineasta, productor de radio y TV.
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