Por: Jaime Largo.– Como la letra de una famosa y popular canción, que a la mayoría de los venezolanos nos eriza la piel y que, a su vez, hemos tomado como una especie de himno que nos relaciona con los sentimientos más bellos sobre lo que significa ser venezolano o vivir en esta tierra de gracia. Y más aún, nos cuenta sobre nuestras riquezas como país, que, por cierto, fue escrita y compuesta por un par de españoles, como lo son José Luis Armenteros y Pablo Herrera Ibarz, fundadores del grupo musical «Los Relámpagos». Donde, a pesar de no ser compatriotas, plasmaron en su letra un tesoro que solo nosotros sentimos en el alma, nos pone los pelos de punta, teje un nudo en la garganta, nos roba una lágrima de añoranza y ha traspasado fronteras. Venezuela es una caja de sorpresas por los cuatro costados, y los invito a acompañarme en este viaje por ella.
Comienza nuestra aventura por un paraíso llamado Venezuela. ¿Por qué comienza este escrito con ese título? Porque nuestra tierra, textualmente, es desierto, selva, nieve y volcán, y en su andar dejamos una estela. Una estela de recuerdos y vivencias únicas en este planeta llamado Tierra, casa universal de todos sus pobladores. En nuestro terruño casi perfecto, colmado de espectaculares y singulares lugares que asemejan sueños de fantasía en el Edén, encontramos diversidades biológicas, ambientales, de flora y fauna inmersas en una topografía tan cambiante como especial y variante como su clima.
Nos pasearemos textualmente por ese título de canción que describe perfectamente el lugar que habitamos y que está ubicado al norte del sur. Uno de sus atributos paisajísticos y turísticos que nos deslumbra al conocer son, totalmente, nuestros Médanos de Coro, ubicados en el estado Falcón, que por cierto son los más conocidos, pero no los únicos. Como todos sabemos, estas colinas doradas son formaciones desérticas en lo que llamamos Parque Nacional Médanos de Coro. Abarcan una extensión de 91.280 hectáreas y no son más que la acumulación de arena esparcida por el viento, formando estas maravillas visuales. Tuve la suerte de disfrutar de este paisaje año tras año en viajes hacia la península, y puedo dar fe de que, aunque estemos bajo una “pepa de sol”, es indescriptible su belleza y amplitud que toda persona debe conocer.
Por otra parte, tenemos un escenario totalmente diferente, la antítesis del desierto, como lo son nuestras selvas, verdaderamente amplias, biodiversas, nubladas y tropicales, situadas en zonas de montaña que pueden variar entre los 1000 y 3000 m.s.n.m. Entre ellas contamos con la Amazonía, Gran Sabana y la Guyana venezolana, espectáculos naturales únicos y diversos, plagados de vida, color y habitantes, creando una atmósfera de riqueza no solo visual, sino espiritualmente reconfortante.
Hemos disfrutado en otras entregas hablando de nuestras cordilleras, casa de los picos llamados águilas blancas, techos de nuestro país y frontera con los cielos universales que, con sus formas vestidas de blanco velo, deleitan a quien tiene la fortuna y bendición de conocerlos. Eso son los Andes venezolanos, cuna de ciudadanos históricos, nobles y trabajadores, llenos de caballeros y damas que conforman su gentilicio.
Aunque nuestro hermoso país no cuenta con volcanes activos, en el pasado sí hubo actividad volcánica y tenemos como ejemplo las Riolotas de Caicara en Bolívar, con afloramientos de lava. También existen el de Sanare en Lara, el volcán del Picacho en el Distrito Metropolitano, Las Monas y el de lodo en Monagas. En fin, somos realmente afortunados de haber nacido y otros criados en un lugar especial y único de la esfera azul. Textualmente somos desierto, selva, nieve, volcán y mucho más. Qué rico y satisfactorio es decir: Yo soy nacido en esta tierra de gracia llamada Venezuela.

Parque Nacional Médanos de Coro: 91,280 hectáreas de formaciones desérticas.
Jaime Largo. Animalista, amante de la naturaleza, senderista, vicepresidente Fundación Colinas de Carrizal.
Correo: jaimel2010@gmail.com @caminandoconjaime2 @jaimelargo2021
Un paraíso llamado Canaima