Opinión
El mal carácter
Especialista advierte que el mal carácter obstaculiza el desarrollo integral del ser humano y limita su conexión con la supraconciencia.
Por: Lumhaniel.- En la búsqueda incesante de la prosperidad y la realización, a menudo nos enfocamos en factores externos: oportunidades, finanzas, relaciones. Sin embargo, hay un obstáculo silencioso y persistente que reside en nuestro interior, capaz de sabotear no solo nuestra prosperidad material, sino también nuestra conexión con la supraconciencia y nuestra elevación espiritual: el mal carácter.
Cuando anhelamos alcanzar estados de alta vibración, esenciales para liberarnos del yugo del ego, debemos reconocer que el mal carácter se convierte en una barrera insuperable. Este ego, el principal culpable de nuestras frustraciones, nos arrastra hacia vibraciones bajas y nos sumerge en un caos de emociones perturbadoras. La ansiedad, la impulsividad, el egoísmo y el protagonismo son solo algunas de las manifestaciones de un carácter que, si no se gestiona, atenta contra nuestra integralidad y, lo que es más crucial, contra nuestra evolución como almas.
Imagina la vida como una sinfonía. Cuando las notas son discordantes, el resultado es un ruido molesto. De manera similar, un carácter desalineado genera una perturbación constante en nuestra energía. Estas bajas vibraciones no solo nos alejan de la posibilidad de conectar con la supraconciencia, esa fuente de sabiduría y guía superior, sino que también nos impiden atraer la prosperidad integral. La riqueza, la salud, las relaciones armónicas y la paz interior son manifestaciones de un estado vibratorio elevado, un estado que el mal carácter desestabiliza sin piedad.
Cada arrebato de ira, cada pensamiento egoísta, cada acción impulsiva erosiona nuestra capacidad de elevarnos. Nos encadena a las «bajas pasiones», un terreno fértil para el descontento y la escasez. La vida se convierte en un torbellino de emociones negativas que nos impiden ver con claridad el camino hacia nuestra verdadera realización.
El ego es el maestro de la ilusión, el arquitecto de nuestras justificaciones y el susurrador de nuestras inseguridades. Nos convence de que somos nuestras frustraciones, nuestras carencias y nuestras reacciones impulsivas. Sin embargo, liberarse de su yugo es el camino expedito hacia la verdadera realización.
La clave está en la reflexión honesta y objetiva sobre nuestras acciones cotidianas. ¿Cómo reaccionamos ante la frustración? ¿Cómo manejamos la crítica? ¿Buscamos constantemente ser el centro de atención? Al observar nuestras fallas sin juicio, podemos iniciar un proceso de depuración emocional. Este proceso no es un castigo, sino una limpieza, una liberación de las cadenas autoimpuestas por un carácter desequilibrado.
Al emprender este camino de autoconocimiento y transformación, comenzamos a desvelar un poder latente en nuestro interior. Es el poder de nuestra verdadera esencia, nuestras facultades como magos(as). No se trata de magia en el sentido fantasioso, sino de la capacidad inherente para manifestar nuestra realidad, para co-crear la vida que deseamos.
Cuando purificamos nuestras emociones y elevamos nuestra vibración, nos convertimos en canales claros para la energía universal. Nuestras intenciones se vuelven más potentes, nuestras acciones más alineadas y nuestra capacidad de atraer la prosperidad se multiplica. La conexión con la supraconciencia se vuelve más fluida, ofreciéndonos intuición, claridad y una profunda paz interior.
En última instancia, el manejo de nuestro carácter no es solo una cuestión de ética o moral; es una estrategia fundamental para nuestra evolución y realización total. Es el camino para trascender el caos emocional y vivir una vida plena, próspera y en armonía con nuestro propósito superior.
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Lumhaniel: Psicoastrólogo, Sanador energético integral, Psicoterapeuta de familia y pareja, Sanador con Archivos Akáshicos, escritor, cineasta, productor de radio y TV.
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