Por: Lumhaniel.- En el tejido de la existencia, late una verdad fundamental: todo es energía, todo es conciencia, todo es mente. No somos meros observadores pasivos en un universo mecánico; somos participantes activos, creadores de nuestra propia realidad a través del poder de nuestros pensamientos. Comprender esta conexión profunda entre las dimensiones de la existencia nos otorga la llave para transformar nuestras vidas de manera consciente y deliberada.
La ciencia nos enseña que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Esta ley universal resuena en cada aspecto de nuestra experiencia. Desde las partículas subatómicas hasta las vastas galaxias, todo vibra con una frecuencia determinada. Y esta frecuencia, lejos de ser ciega e inconsciente, está intrínsecamente ligada a la conciencia.
En el momento en que un pensamiento florece en nuestra mente, una onda de energía se pone en movimiento. Este acto de pensar no es un evento aislado; es el inicio de un proceso creativo que se despliega a través de diferentes planos de existencia. Para generar cambios significativos en nuestra vida, es crucial comprender cómo interactúan estas dimensiones.
Imaginemos la realidad estructurada en diferentes niveles vibracionales. El mundo material, la tercera dimensión, es donde experimentamos la solidez, la forma y el tiempo lineal. Es el escenario donde se manifiestan nuestros resultados, el eco tangible de nuestras creaciones previas.
Para influir en este plano físico, debemos dirigir nuestra atención a la cuarta dimensión: la mente subconsciente. Este vasto depósito alberga nuestras creencias arraigadas, nuestros hábitos automáticos y la programación emocional que guía gran parte de nuestro comportamiento. Es aquí donde las semillas de nuestras experiencias futuras son plantadas y nutridas.
Sin embargo, para acceder a este poderoso reino subconsciente con intención y propósito, debemos elevar nuestra vibración a la quinta dimensión: la supraconciencia. Este es el dominio de la intuición profunda, la sabiduría universal y la conexión con la fuente de toda creación. Al sintonizar con esta frecuencia superior, podemos trascender las limitaciones de la mente lógica y acceder a un flujo de ideas e inspiración que transforman nuestra percepción de lo posible.
El proceso de cambio se revela entonces como un movimiento ascendente y descendente. Elevamos nuestra mente a la quinta dimensión, donde las ideas puras y las visiones de nuestro potencial florecen. Desde esta perspectiva elevada, implantamos estas nuevas ideas y creencias en la cuarta dimensión, reprogramando suavemente los patrones subconscientes que ya no nos sirven. Con el tiempo y la repetición, estas nuevas implantaciones se solidifican y se manifiestan naturalmente en la tercera dimensión, transformando nuestra realidad material.
Es vital comprender que cada pensamiento que albergamos es una semilla con el potencial de florecer en nuestra experiencia. Si permitimos que la duda, el miedo y la negatividad dominen nuestra mente, inevitablemente cosecharemos resultados que reflejan estas vibraciones inferiores. Por el contrario, al cultivar pensamientos de amor, abundancia, gratitud y posibilidad, alineamos nuestra energía con la frecuencia de nuestros deseos, allanando el camino para su manifestación en el mundo tangible.
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Lumhaniel: Psicoastrólogo, Sanador energético integral, Psicoterapeuta de familia y pareja, Sanador con Archivos Akáshicos, escritor, cineasta, productor de radio y TV.
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El silencio interior