El derrumbe del techo en la discoteca Jet Set de Santo Domingo, que dejó 232 muertos el pasado 8 de abril, pudo haberse evitado. Así lo revelan las declaraciones del propietario del local, Antonio Espaillat, quien reconoció fallas estructurales recurrentes y falta de mantenimiento durante tres décadas de operación.
Espaillat, presidente del conglomerado RCC Media, admitió que los plafones del techo «siempre se caían» y que, incluso el mismo día del accidente, empleados cambiaron algunos sin inspección técnica. “Nunca se examinó el techo”, declaró durante una entrevista en el programa El Día por Telesistema.
El empresario explicó que las caídas se atribuían comúnmente a filtraciones de agua y al goteo constante de los aires acondicionados instalados sobre el techo. A pesar de los incidentes, nunca se realizaron reparaciones estructurales formales y los plafones eran reemplazados por el personal del club nocturno sin supervisión profesional.
La tragedia ocurrió mientras el merenguero Rubby Pérez, una de las víctimas fatales, se presentaba ante cientos de asistentes. Jet Set operaba en una edificación que décadas atrás fue un cine y tenía capacidad para 550 personas sentadas.
Las autoridades dominicanas han iniciado una investigación penal. La Procuraduría General de la República abrió un expediente y el presidente Luis Abinader anunció una comisión de expertos nacionales e internacionales. La Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura estima que los primeros resultados estarán disponibles en tres meses.
Además del reconocido cantante Rubby Pérez, entre los fallecidos figuran el exlanzador de Grandes Ligas Octavio Dotel, la gobernadora de Montecristi Nelsy Cruz, el diseñador Martín Polanco y un hijo del político Eduardo Estrella. También perdieron la vida 18 venezolanos, tres hispano-dominicanos, dos franceses, un haitiano, una colombiana, un italiano, un keniano y una costarricense.
Las voces de la sociedad civil exigen justicia y señalan negligencia empresarial. El caso Jet Set se perfila como uno de los mayores desastres humanos y éticos en la historia reciente de República Dominicana.
Vía EFE