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Opinión

La gravedad y muerte del Libertador contada por su médico

El Dr. Alejandro Próspero Reverend fue el médico francés que acompañó a Simón Bolívar en su agonía hasta el último suspiro en 1830. A través de sus informes, se revela un relato detallado de los últimos momentos del Libertador.

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Gente de Hoy

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Imagen del Dr. Alejandro Próspero Reverend, el médico que acompañó a Simón Bolívar hasta su muerte en 1830.

Por: Rafael Simón Jiménez.- Correspondió al médico francés, avecindado en Santa Marta, Colombia, Dr. Alejandro Próspero Reverend, atender toda la gravedad y muerte del libertador Simón Bolívar, que poco tiempo antes, aquejado de graves males del cuerpo y el espíritu, había renunciado irrevocablemente a la Presidencia de la Gran Colombia, convencido de la inutilidad de los esfuerzos por preservar aquel ensayo integracionista, que hacía aguas acosado por intereses localistas, ambiciones personales y disputas por el poder.

El Dr. Reverend, a quien también corresponderá realizar la autopsia del grande hombre americano, y revisar 12 años después sus restos al momento de ser trasladados a Caracas, escribió en 1866, es decir, 36 años después de la muerte de Bolívar, un texto en el que recogía los diarios reportes sobre la evolución de la enfermedad que lo aquejaba desde el 1º de diciembre de 1830, día de su arribo a esa ciudad, hasta el 17 del mismo mes, fecha en que se produce su fallecimiento. En algunos casos, se produce Reverend hasta tres partes médicos diarios, dando cuenta de todos los detalles que van minando la salud del libertador.

Desde su arribo a Santa Marta, el galeno francés no se aparta ni un solo momento del lecho donde reposa Simón Bolívar, estableciendo con su paciente, mientras eso fue posible, numerosos diálogos, unos en francés y otros en español, los cuales detalla en sus reportes. Inicia Reverend sus crónicas el día en que Bolívar desembarca en esa ciudad, y su primer diagnóstico da cuenta de que “…ha venido a tierra en silla de brazos por no poder caminar, lo encontré en el estado siguiente: Cuerpo muy flaco y extenuado, el semblante adolorido y una inquietud de ánimo constante. La voz ronca, una tos profunda con esputos viscosos y de color verdoso. El pulso igual pero comprimido. Las frecuentes impresiones del paciente indicaban padecimientos morales…”

En los sucesivos partes sobre la evolución de sus dolencias, el médico de cabecera señala el 9 de diciembre en su informe “… La noche fue bastante molesta; mucho desvelo, poca expectoración, el hipo repitió con bastante fuerza, algún delirio, el pulso más frecuente y apretado…” También detalla en sus diarios informes la medicación y alimentación a la que somete a su distinguido paciente “… Los remedios pectorales ligados con los narcóticos y expectorantes, dando al mismo tiempo una pequeña dosis de sulfato de quinina para entonar el estómago. Por alimentos las masas de sagú, pollo y caldo…”

Pese a los esfuerzos del galeno, el tratamiento no logra revertir la gravedad de la enfermedad, diagnosticada como tisis pulmonar avanzada, que ha minado las fuerzas y resistencias de Bolívar. Hay días en que el paciente pareciera evolucionar positivamente y amanece despejado y conversador, pero luego vuelven los delirios, el desvelo, el hipo y la agobiante expectoración. El día 14, Reverend reporta “… El libertador va empeorando más. El pulso, de regular que estaba a las ocho, se ha vuelto deprimido. Los extremos se mantienen fríos. Un sopor casi continuo se ha apoderado de su excelencia, el semblante está más abatido y pronostica la proximidad de la muerte. Tose muy poco y nada expectora…”

El médico francés pierde toda esperanza de que el mal que aqueja al libertador pueda superarse, y pronostica la proximidad del fin. El día 15 de diciembre refiere “… El estado de su excelencia es siempre crítico. El mismo desvarió, palabras balbuceantes, semblante más decaído, estupor en el rostro, orines en pequeñas cantidades, voz ronca, la lengua algo seca, poca expectoración. Hay muy pocas y por decir ninguna esperanza en conservar la vida del libertador…”

El Dr. Reverend comunica a los pocos amigos y familiares que acompañan al libertador en su agonía que el fin se aproxima. El 17 de diciembre, en su primer reporte, indica “… Todos los síntomas están llegando al mayor grado de intensidad; el pulso está en el mayor decaimiento, el lacis está más hipocrático que antes, en fin, la muerte está próxima…”. Finalmente, en su boletín No. 33, el médico de cabecera reporta su último suspiro “… Todos los síntomas han señalado más y más la proximidad de la muerte. Respiración anhelosa, pulso apenas sensible, cara hipocrática, supresión total de orines. A las doce empezó el ronquido y a la una en punto expiró el excelentísimo señor libertador, después de una agonía larga pero tranquila…”

El Dr. Alejandro P. Reverend, quien se consagró sin descanso a la atención del libertador Simón Bolívar durante los diecisiete días de su enfermedad, agonía y fallecimiento en la quinta de San Pedro Alejandrino, en la ciudad de Santa Marta, se negó rotundamente a aceptar cualquier tipo de remuneración o pago por sus servicios profesionales, pues, según confesión propia, consideró un inmenso honor haber atendido al padre de la patria hasta el momento de concluir su tránsito terrenal, lo cual testimonia en su libro escrito tres décadas y media más tarde.

*Por: Rafael Simón Jiménez @rafaelsimonjimenezm. Intelectual, historiador y político venezolano

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