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Códigos de amor

San Juan Bautista: El profeta que creyó en otro hombre antes de que todos lo hicieran

Mientras el mundo moderno exalta la competencia, la historia de Juan el Bautista nos confronta con una verdad olvidada: la lealtad radical hacia otro ser humano. Esta no es solo una fecha religiosa. Es un espejo.

Periodista Daxy Oropeza

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Mucho antes de que Jesús caminara sobre las aguas, Juan ya se había lanzado al río por él
Mucho antes de que Jesús caminara sobre las aguas, Juan ya se había lanzado al río por él

Especial.- ¿Cómo se llama a quien se sabe precursor, no protagonista? ¿Qué clase de fe se necesita para disminuir cuando llega otro, aunque sea tu primo, tu hermano de camino? San Juan Bautista no solo predicó en el desierto: habitó en la renuncia, en la espera activa, en la entrega sin reservas. Mientras hoy luchamos por ser el centro, él luchó para abrirle paso a otro.

“Conviene que él crezca y que yo disminuya” — dijo Juan, y esa frase debería hacernos arder de vergüenza.

La versión que aceptamos sobre la espiritualidad

Nos han contado que Juan era solo un “mensajero”. Que su papel era anunciar. Que su figura se agota en el rito del bautismo. Pero no. Juan el Bautista fue un revolucionario de la fe humana, de la confianza ciega en otro ser humano. Porque sí, Jesús era su primo, pero también era su igual. Y Juan eligió creer en él, cuando aún nadie lo seguía.

¿Y si la santidad no comienza con la fe en Dios, sino con la fe en otro hombre?

¿Y si el legado de Juan fuera más humano que divino?

San Juan no fundó iglesias. No escribió libros. No buscó gloria. Bautizaba con agua y convicción. Su movimiento mesiánico fue una comunidad primitiva de fe y purificación. Pero más que eso, fue un acto colectivo de esperanza. Su mayor acto no fue bautizar, sino reconocer el valor de alguien más por encima de sí mismo.

Lealtad. Esa palabra que hoy suena anticuada. Juan la encarnó hasta su último día.

Las voces que nadie quiere escuchar

San Juan fue incómodo. Denunció el poder. Cuestionó al sistema. Su verdad le costó la vida. Fue decapitado por decir lo que el rey no quería oír. ¿Quién lo haría hoy? ¿Cuántos columnistas, influencers o líderes religiosos pondrían su cuello sobre la bandeja de la coherencia?

Flavio Josefo lo registró como una amenaza al poder, no como un santo. ¿Qué nos dice eso?

El precio real de nuestra indiferencia

En una era de vínculos líquidos, la historia de Juan es un llamado: ¿Quién es el ser humano en el que creemos al punto de cederle nuestro espacio? ¿Quién sería capaz de alzarnos por encima de su propio nombre?

Lo que falta hoy no es fe en dioses. Es fe en el otro.

Más allá del mito: Juan como espejo de la humanidad rota

Algunos creen que Jesús fue discípulo de Juan. Otros, que San Juan era influenciado por los esenios. Lo cierto es que fue un hombre firme en sus convicciones, dispuesto a ceder protagonismo por un bien mayor.

¿Seríamos capaces de imitar su gesto en una sociedad que solo enseña a escalar, competir y ganar?

El eco final

Si algo dejó este personaje histórico no fue una doctrina, sino una práctica: la lealtad radical. No solo a una causa, sino a una persona. A un ideal encarnado en un rostro. A una relación que transforma. A un vínculo que humaniza.

Tal vez el verdadero bautismo no era con agua. Era con coraje.

“El que viene detrás de mí es más poderoso que yo.” — Juan el Bautista

No lo dijo con resignación. Lo dijo con la convicción del que sabe que amar también es hacerse a un lado.

Por: Daxy Oropeza @daxyoropeza

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Daxy Oropeza* @daxyoropeza Lic. en Comunicación Social. Escritora. Directora del periódico Gente de Hoy. Conductora de La Entrevista en MIRA TV. Defensora de Derechos Humanos.