Connect with us

América Latina

“Se puede vivir mejor”: la psicóloga Nancy Flores revela cómo empezar a sanar sin miedo

La neuropsicóloga, Nancy Flores, formada en Nueva Zelanda desmitifica el TDAH y el trauma desde su experiencia internacional, explica por qué los latinoamericanos llegan tarde a terapia y cómo la salud mental debe salir de las instituciones para integrarse a la comunidad.

Ramón Antonio Castellanos Oropeza

Published

on

“Se puede vivir mejor”: la psicóloga Nancy Flores revela cómo empezar a sanar sin miedo
Nancy Flores, neuropsicóloga formada en Nueva Zelanda, defiende un modelo de salud mental comunitaria para acabar con el estigma institucional en Latinoamérica

Santiago de Chile.- Especial. – Nancy Flores habla con la serenidad de quien ha mirado de frente el dolor humano y ha aprendido de él, su tono es pausado, pero cada palabra deja huella. La psicóloga, formada en Massey University of New Zealand, certificada en trauma por el Trauma Research Institute de Estados Unidos y con experiencia en salud comunitaria en Australia, ha recorrido distintos continentes y trabajado en diversos sistemas de salud. Hoy llega a nosotros para compartir parte de su sabiduría y ayudarnos a emprender el camino del autoconocimiento y el bienestar mental.

 

Trauma: cuando el cerebro se estanca en alarma

—Desde tu experiencia clínica, ¿qué define a un trauma y cómo se diferencia del estrés común u otras dificultades emocionales?

—El trauma es un evento que pone a la persona en un estado de desorganización emocional. Esto significa que no es el evento en sí, sino de cómo el cuerpo y la mente reaccionan ante él, y se estanca en esta reacción. Esto puede ser por semanas, meses, años, décadas.

—¿Cómo se manifiestan de manera distinta el trauma infantil y el trauma adulto?

—Supongo que acá la diferencia radicaría en que, si la persona sufre un evento adverso de la infancia de tipo traumático, esto afecta cómo su cerebro se cablea o se recablea en el desarrollo, predisponiéndola a diferentes tipos de dificultades tanto físicas como emocionales.

Si el paciente sufre trauma repetido a través del tiempo, se predispone a peores resultados en salud mental. Los eventos adversos de la infancia, que es un estudio que plantea más o menos ocho tipos de eventos que son de tipo traumático para el individuo, están correlacionados con salud física y salud mental, incluso, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, obesidad, enfermedades autoinmunes, depresión, ansiedad.

El trauma en la adultez es si le ocurre a la persona una situación que su cerebro lo percibe de tipo traumático. Algo que es traumático para alguien, quizás no lo sea para una persona diferente. Un paciente puede desarrollar un miedo terrible a los temblores y otro puede vivirlo de una manera en la cual sí le afecta, pero integra la experiencia de manera organizada en su cerebro y no se estanca en la desregulación.

 

El estigma histórico que impide la prevención

—Hay quienes piensan que cuidar la salud mental es algo que solo se hace cuando uno «ya no puede más». ¿Por qué sigue prevaleciendo esta idea?

—Es una excelente pregunta, muy profunda, que involucra múltiples factores. Venimos de un paradigma biomédico en el cual por muchos años se separó la salud mental de la salud física. Estuvimos mirando solo a los síntomas fisiológicos. La salud mental estuvo relegada.

Ahí tenemos también otros factores socioeconómicos en que la salud mental siempre fue de élite, muy poca gente recibía atención. En general la gente de la población mayor se la institucionaliza. Entonces no ha habido un énfasis en la población de entender la salud mental desde la salud, sino más bien desde la enfermedad.

Múltiples factores contribuyen a la mala salud mental. Entendemos que hay un problema cuando la persona empieza a tener crisis en el día a día o cuando efectivamente es una crisis y requiere ver un psiquiatra o un psicólogo. No tenemos una educación de entender que hacer ejercicios de regulación emocional, de relajación, de autocuidado es más o menos como lavarse los dientes o comer, contribuye al bienestar, contribuye a la buena salud mental.

 

Las señales que no se deben ignorar

—Muchas personas llegan a terapia con miedo o vergüenza de abrirse, o sin saber si realmente necesitan ayuda. ¿Cómo pueden identificar que es momento de buscar apoyo?

—Tenemos factores históricos de cómo se ha entendido la salud del ser humano a través de la historia. Eso ha impactado en el estigma que hay para atender a la salud mental. Aún vemos un sector amplio de la población que piensa que, si alguien cuida su salud mental, está loco.

Lamentablemente la gente llega ya cuando tiene mucha sintomatología. No hay una camiseta que nos encaje a todos. Diferentes personas hacen diferentes síntomas por diferentes enfermedades de salud mental. Las que vemos mayormente en la población son ansiedad, depresión, trastornos de la personalidad, cierta bipolaridad y también un poco de esquizofrenia.

Por ejemplo, si la persona empieza a notar que tiene mucha irritabilidad, que no está queriendo socializar, que le está dando miedo hacer cosas que antes hacía en el día a día, que se siente abrumada, agobiada, cansada, siente dolor en el cuerpo. No quiere ver a sus amistades, nada le interesa, nada la motiva, todo lo que piensa se convierte en una catástrofe en su mente. Se lleva mal con otras personas. Cuando alguien ve ese cambio en alguno de estos o en un grupo de estos, pienso que tiene que comenzar a pensar: algo acá es diferente, algo en mí ha cambiado, es hora de revisar mi salud mental.

—Imagina que te escucha alguien que lleva años sintiéndose agotado, que a veces no puede ni levantarse de la cama, que vivió algo que lo cambió y no sabe qué hacer. ¿Qué mensaje le darías?

—Le diría: créeme que se puede vivir mejor. estás haciendo en este momento lo que mejor puedes con las herramientas que tienes, pero se puede vivir mejor. Las cosas pueden cambiar. Pienso que es un mensaje de esperanza.

 

Salud mental comunitaria: lecciones desde Nueva Zelanda y la familia como entrada

—Estudiaste y trabajaste en Nueva Zelanda, un país con una visión muy distinta sobre el bienestar emocional. ¿Qué podría aprender Latinoamérica de cómo se aborda allá la salud mental?

—Supongo que mucho, de algunas maneras. También creo que es multifactorial. Son los países desarrollados como Estados Unidos e Inglaterra los que producen más investigación. Sin embargo, en ciencias casi es obligatorio publicar en inglés. Entonces hay otros factores que inciden en eso. Es muy probable que otros países estén produciendo investigación de calidad, pero solo vemos la que producen los países desarrollados. Ahí creo que tiene que ver también con políticas colonialistas.

Pienso que el énfasis debe estar en la psicología comunitaria, especialmente porque en América Latina somos sociedades más orientadas a la comunidad y a las familias. Creo que hay que fortalecer la salud mental comunitaria, desinstitucionalizarla para que se vaya alejando del estigma que hay para tratarse. Tenemos que distanciarnos del entendimiento del paciente como una persona pasiva, sino más bien como un usuario de los servicios de salud mental, una persona con derechos que activa en busca de un tratamiento y de una recuperación.

—¿La familia sería una puerta de entrada a la psicología comunitaria?

—Absolutamente. Creo que todas las instituciones tienen un rol en la mejora de la salud mental. Los centros comunitarios donde la gente va a actividades son un buen lugar para hacer talleres de desarrollo personal, de identificación de síntomas de salud mental. La investigación dice en general que participar en redes de apoyo comunitarias mejora la salud mental de las personas, las conecta con otros y eso definitivamente ayuda.

 

El 85% de la información en redes es falsa — TDAH explicado

—En redes se habla mucho de TDAH, a veces con información poco precisa. ¿Podrías explicar qué es realmente y cuáles son los síntomas más comunes?

—Hace muy poco salió un estudio que decía que el 85% de la información compartida en redes sociales está equivocada o es falsa. Efectivamente, lo que estamos viendo ahí es un fenómeno de desinformación. No voy a negar el rol que han tenido las redes sociales para hacer quizás una conciencia en la población de algunas cosas, como los trastornos del neurodesarrollo, el TDAH, el autismo.

Hay un consenso entre psiquiatras y psicólogos que estudian el TDAH: es un trastorno del neurodesarrollo, que afecta las funciones ejecutivas del cerebro. Tenemos formas de tipificar el déficit de atención: con inatención o desatención, que es cuando a la persona le cuesta concentrarse, se disocia, se despista, pierde sus cosas, no logra organizarse. Tiene dificultades para funcionar en el día a día porque se afectan sus funciones ejecutivas, eso le produce ansiedad, procrastina. Y cuando está procrastinando siempre está haciendo otra actividad, porque también le cuesta mucho jerarquizar.

Tenemos déficit de atención con impulsividad e hiperactividad. Ahí el paciente tiene hiperactividad del habla, hiperactividad del pensamiento, hiperactividad física, a veces eso impacta en que no logra regular sus emociones. En general el trastorno por déficit de atención, como lo entendemos hoy en día, es un trastorno de desregulación. De los circuitos dopaminérgicos, de la regulación emocional, de las funciones ejecutivas, de la concentración, de los ciclos circadianos también.

Y el tipo combinado es cuando la persona tiene ambas partes: inatención y también hiperactividad e impulsividad.

 

Familias enteras sin diagnóstico — el rol del entorno

—Cuál debería ser el rol de un familiar o pareja de una persona que tiene TDAH si su meta es ayudar a su ser querido?

—Creo que hay factores culturales. Supongo que acá dentro de Latinoamérica la pareja de alguien que tiene déficit de atención puede alentarlo a ir a ver a un psicoterapeuta, a ver a un psiquiatra, a ver a un especialista, especialmente si nota algunos comportamientos que son diferentes.

Es importante entender que, si la persona comete errores a menudo, quizás no es porque no quiere cambiar, sino que puede haber algo diferente. Quizás olvida que está cometiendo el mismo error constantemente. Entonces, alentar siempre a las personas a tomar terapias ayuda, tener paciencia ayuda.

En términos familiares entendemos que el déficit de atención también es genético. Muchas veces nos vemos enfrentados a que la familia entera es neurodivergente, es TDAH y vive en ambientes muy caóticos, porque algunos pueden ser inatentos, otros más bien hiperactivos, otros impulsivos. Desde esa perspectiva siempre la evaluación ayuda a la persona a entenderse mejor, a manejar las dificultades y los desafíos que encuentra.

Escuché hace muy poco un psiquiatra que decía: el TDAH es un trastorno de saber qué hacer, pero no hacerlo. Me pareció muy interesante.

 

El estigma de la medicación para el TDAH

—Existe mucho miedo y estigma respecto a los medicamentos para el TDAH, ¿qué tan cierto es que pueden generar adicción?

—Para comenzar, yo no soy psiquiatra, soy psicóloga. Tengo alguna formación en farmacología que he hecho para entender los medicamentos que las personas toman en salud mental y desde esa arista, cautamente, quisiera abordarlo.

La investigación dice que todos los tratamientos que son integrales son los que tienen mejores resultados. ¿Qué significa esto? El paciente toma el esquema farmacológico, hace la psicoterapia para aprender habilidades y formas de lidiar y manejar el trastorno, ejercicio y nutrición saludable. Se aborda desde varias aristas.

Ahora, creo que en salud mental es donde encontramos la mayor cantidad de estigma respecto a la medicación. La gente teme que la persona va a tomar el medicamento y se va a hacer adicta. El tratamiento para el déficit de atención es con estimulantes. Eso genera mucho más temor, no ha habido una campaña de información por los últimos 40 o 50 años.

Sin embargo, ya hay estudios longitudinales que van planteando que hay bases neurobiológicas para el TDAH porque en el 95% de la población que efectivamente toma el medicamento le resulta. Es el único diagnóstico que tiene ese nivel tan alto de eficacia en la medicación. No vemos eso en otros diagnósticos, en otros trastornos.

Por otro lado, los estudios han planteado que si el paciente toma la medicación es menos probable, sobre todo desde la niñez, que enfrente problemas de adicciones a drogas o alcohol tratando de alguna manera calmar su cerebro porque tiene muchos pensamientos que compiten por salir. Es una de las situaciones que hemos visto en personas que lamentablemente no reciben diagnóstico en la temprana infancia.

—¿Se puede dejar la medicación en algún momento?

—Nuevamente, y con cautela, hay varios psiquiatras y neurólogos que plantean que cuando el paciente ya supera las dificultades que va encontrando con el TDAH y su cerebro hace los cambios en el largo plazo, porque está con el medicamento y con las intervenciones, y ya no le causa una disfunción severa en su funcionamiento, sino más bien lo maneja, le pueden retirar el medicamento. Se puede ver cómo el cerebro ya hizo cambios que se van a mantener en el largo plazo.

El medicamento para el TDAH remueve los síntomas duros. Lo que vemos es que la persona tiene muchos pensamientos que compiten por sí mismos. Tiene la cabeza llena de ruido y con el medicamento se puede enfocar. Puede hacer sus cosas. Logra recordar qué hacer. Puede organizarse porque su cabeza está más despejada. La dopamina que está recibiendo está cumpliendo el rol que debe.

Eso ayuda con la autoestima del paciente. Poder hacer las cosas que antes no lograba hacer por su funcionamiento desorganizado ayuda a que se sienta mejor consigo mismo. En pequeñas cosas del día a día la persona va viendo cambios, lo que le ayuda a continuar y adherir al medicamento porque logra ver su efectividad.

 

La verdad sobre los antidepresivos

—Mencionaste el caso de los antidepresivos. ¿Qué dice la investigación?

—Volviendo al tema de la depresión, la investigación dice diferentes cosas. Hace muy poco, medio año o un año atrás, salió un metaanálisis de múltiples estudios de la efectividad del medicamento. Lamentablemente ese estudio concluyó a través de todas estas investigaciones que aproximadamente el 50% de los pacientes tenían resultados positivos, que efectivamente el antidepresivo funcionaba para ellos.

Lo que fue bastante preocupante porque no sabíamos por qué al otro 50% de los pacientes no les hacía efecto el antidepresivo. Hace muy poco salió un estudio algo innovador que proponía a través de escáner y otras formas de medición que no solo es un sistema nervioso central deprimido. No tiene que ver con la serotonina disponible en el cerebro del paciente. La mayoría de los antidepresivos son recaptadores de la serotonina.

Sino más bien con interseccionalidades entre otras cosas, factores ambientales entre su sistema inmune y deprimido. Lo que es esperanzador porque podrías ayudar a mucha gente que está haciendo todas las cosas bien, y sigue sintiéndose deprimida, a entender que no tiene que ver con lo que ellos hacen, sino más bien con la efectividad del antidepresivo y tomar quizás otras rutas.

“El acceso a la terapia debe desestigmatizarse”

Un buen diagnóstico puede ayudar a las personas a recuperar su vida. Recibir acompañamiento profesional permite adquirir herramientas para afrontar los desafíos de la vida y alcanzar bienestar emocional. Tener buena salud mental no solo implica estabilidad, sino también disfrutar, conectar y encontrar satisfacción en lo cotidiano. Incorporar actividades que relajen y generen placer es esencial para sentirse pleno. Al final, cuidar la mente es aprender a mirar la vida desde un filtro más claro, consciente y feliz.

Nuestra entrevistada

Nancy Liliana Flores Herrera, psicóloga clínica especializada en Neuropsicología y Psicología de la Salud. Se formó en Massey University (Nueva Zelanda) y cuenta con una certificación en Trauma y Estrés Postraumático otorgada por el Trauma Research Institute (EE. UU.).
Además, es proveedora de servicios clínicos para TDAH y trabaja con terapias centradas en personas que han vivido experiencias complejas o traumáticas. (terapiaonline.cl)

Entrevista exclusiva realizada por el periodista Ramón Antonio Castellanos Oropeza para Gente de Hoy. Santiago de Chile, noviembre 2025.

Aquí más contenido en Vida y Salud  

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Una publicación compartida por Gente de Hoy (@gentedehoy)