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En el pleito de los burros, no se meten los pollinos: El atentado que cambió el curso de la historia

El asesinato del Archiduque Francisco Fernando y su esposa el 28 de julio de 1914 en Sarajevo, marcó el inicio de la Primera Guerra Mundial. Este atentado generó una serie de alianzas y conflictos entre las principales potencias europeas, alterando el panorama mundial.

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En el pleito de los burros, no se meten los pollinos: El atentado que cambió el curso de la historia
El atentado que cambió el curso de la historia

*Por: Rafael Simón Jiménez. – El 28 de julio se cumplen exactamente 100 años del atentado contra el Archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del Imperio Austrohúngaro, que desató el dispositivo mortífero entre las potencias europeas, dando comienzo a la Primera Guerra Mundial, también denominada Gran Guerra, que se saldó con más de 10 millones de muertos entre los bandos en confrontación: por una parte, la llamada Triple Alianza que agrupaba al Imperio Alemán, los Imperios Centrales e Italia, y por la otra, la Triple Entente que reunía a Francia, Inglaterra y Rusia.

El estallido del conflicto mundial coincidió nacionalmente con dos hechos que consolidaron y dieron permanencia a la dictadura de Juan Vicente Gómez. El primero de ellos fue una reforma constitucional que le permitió al entonces aspirante a tirano alargar el mandato presidencial de 4 a 7 años, removiendo además el impedimento para la reelección indefinida, y creando otras dos figuras a la medida de su ambición: la figura del encargado de la presidencia para suplir las ausencias del jefe de Estado, y la comandancia general del ejército, auténtico centro de poder que Gómez se reservaría para sí hasta su muerte en diciembre de 1935.

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El segundo acontecimiento clave para el afianzamiento en el mando del aspirante a tirano fue el “reventón” del pozo petrolero Zumaque I, que durante varios días derramó millones de barriles mediante un chorro inmenso, evidenciando la inmensa riqueza petrolera que se escondía bajo el subsuelo venezolano. El petróleo pasaría a ser no solo el suministrador fundamental de fondos a las finanzas públicas venezolanas, sino que su importancia energética estratégica permitiría al país reinsertarse dentro del nuevo esquema económico mundial, apareciendo como un proveedor seguro y confiable para el mundo occidental.

Cuando el conflicto inicialmente circunscrito al territorio europeo estalló, el gobierno de Gómez, por intermedio del presidente interino Victorino Márquez Bustillos, se apresuró a declarar su neutralidad, alegando que Venezuela tenía las mejores relaciones con todos los países en pugna, y que además se trataba de un país pobre e irrelevante en el escenario mundial, que ningún provecho sacaría al parcializarse por uno u otro bando.

La firme e inalterable posición de neutralidad sostenida invariablemente por el poder ejecutivo, dio lugar a presiones diplomáticas por parte de los países enfrentados en el campo de batalla. A Gómez, quien ya no ocultaba sus propósitos de mando indefinido, se le acusó de vínculos y simpatías con Alemania y su emperador el kaiser Guillermo. Viejos vínculos comerciales con casas germanas y comentarios formulados a sus amigos delataban su cercanía con la Triple Entente. Sin embargo, zamarro y prudente como siempre fue el dictador andino, no cambió su posición de mantenerse al margen de la contienda.

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En 1917, cuando la extensión de la guerra submarina por parte de Alemania hizo entrar en la guerra a Estados Unidos, y ese país presionó a sus socios del continente a ser solidarios con su postura, de nuevo Gómez tuvo que evitar o burlar las presiones de la diplomacia norteamericana. Dicen que, en una conversación sostenida con el embajador norteamericano en Venezuela, Preston McGoodwin, frente a las explicaciones y exigencias de declarar la guerra a Alemania, el dictador, haciendo gala de toda su astucia, sentenció: “En el pleito de los burros no se meten los pollinos”, significando que nada ganaría Venezuela y su gobierno en un conflicto donde no tenía los medios militares ni económicos para participar.

Cuando se firmó el armisticio y más tarde el Tratado de Versalles que puso fin a la Gran Guerra, en su mensaje anual al Congreso, el Dr. Márquez Bustillos reivindicó la prudencia y justeza de la posición venezolana, buscando congraciarse con ganadores y perdedores.

*Por: Rafael Simón Jiménez @rafaelsimonjimenezm. Intelectual, historiador y político venezolano

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