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Opinión

El abrazo de la Quebradita

En abril de 1941, Gallegos y Medina protagonizaron un gesto que desató elogios, críticas y una polémica histórica sobre la ética en la política venezolana.

Gente de Hoy

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Rómulo Gallegos y Medina Angarita se abrazan en la residencia de La Quebradita, 1941. El gesto fue portada en los principales diarios del país.

Por: Rafael Simón Jiménez.- A comienzos de 1941, los venezolanos presenciaron un hecho político y electoral que no se escenificaba en Venezuela desde 1897, cuando el general José Manuel Hernández, conocido popularmente como “El Mocho”, se presentó a las elecciones como candidato opositor al oficialista general Ignacio Andrade, patrocinado por el presidente Joaquín Crespo, quien terminó imponiéndolo en la primera magistratura mediante un masivo y grotesco fraude electoral.

Ahora, luego de 45 años, de nuevo los ciudadanos podían presenciar una campaña electoral y un debate político con pluralidad de candidatos, que, a pesar de lo predeterminado de una escogencia que no era por voto popular, sino por selección de tercer grado en el seno del Congreso Nacional, permitía contrastar propuestas y programas. Don Rómulo Gallegos, novelista de fama y hombre público de ya reconocida trayectoria, se había nominado a la primera magistratura como candidato de Acción Democrática, para confrontar la candidatura presidencial del general Isaías Medina Angarita, postulado –dicen que contra su voluntad– por el gobernante general Eleazar López Contreras, que en un hecho insólito en los anales de nuestra historia, había promovido una reforma constitucional para recortar el período de gobierno de 7 a 5 años y consagrar la no reelección inmediata.

La campaña electoral comenzó el 10 de febrero de 1941, cuando un grupo de ciudadanos de San Fernando de Apure hizo público su respaldo a la candidatura de Rómulo Gallegos, y el 2 de marzo un grupo de personalidades del estado Cojedes anunciaban su adhesión al general Medina Angarita. La campaña electoral, de solo dos meses, permitió que los candidatos recorrieran el país, llevando a los electores sus mensajes. La contienda comicial, a pesar de los quilates de los rivales, no estuvo exenta de acusaciones y denuncias de una y otra parte, que se hicieron más intensas a medida que se acercaba el desenlace electoral.

Los tres hombres involucrados en la justa electoral, a pesar de lo disímil de sus posiciones, estaban unidos por viejos lazos de amistad. Rómulo Gallegos había sido ministro de Educación en los primeros tiempos de la transición que liderara el general López Contreras, y su rival, el general Medina Angarita, había sido profesor de Educación Física en el Liceo Caracas, que dirigiera Gallegos y luego su compañero de gabinete; de tal manera que la distancia política no era óbice para una cordial y afectuosa camaradería.

El 19 de abril de 1941, fecha prevista para que el general Eleazar López Contreras presentara su último mensaje anual al Congreso y resignara sus poderes conforme al mandato constitucional, en espera de la elección del nuevo jefe de Estado, convocó el primer magistrado a los dos candidatos a sucederlo a una reunión social en su residencia de La Quebradita, donde juntos y en medio del acoso de reporteros y fotógrafos, posaron sonrientes y abrazados como viejos amigos, lo que fue ampliamente recogido en la prensa del día siguiente.

El bautizado de inmediato como “el abrazo de La Quebradita” despertó reacciones enfrentadas en la ciudadanía. Unos lo apreciaron como un acto normal de camaradería y civilidad política, pero otros criticaron duramente la actitud de Gallegos de concurrir a la recepción y abrazarse con sus rivales políticos.

Enrique Bernardo Núñez, muy reputado hombre de letras, quien se reconoce como respaldante del maestro Gallegos, lo critica sin piedad, expresando en su columna del diario El Universal:
“El abrazo de La Quebradita, entre los dos candidatos a la Presidencia, pone fin a una farsa a la que hemos venido asistiendo. Los que hemos seguido a uno de los candidatos nos engañábamos. Se trata simplemente de política, simple política, y política ministerial. Razón de sobra tiene el mismo Rómulo Gallegos cuando decía no ha mucho que los intelectuales han sido ‘los grandes culpables’, la causa de la pérdida de este país.”

Gallegos, cuyo mal genio era reputado, reaccionó airado frente a las insinuaciones de Núñez, replicándole:
“Cada ladrón juzga por su condición, pero sí me ha sorprendido que un hombre de las condiciones de Enrique Bernardo Núñez haya incurrido en la ligereza de injuriarme como lo ha hecho”,
y de seguidas explica las razones que lo movieron a asistir al encuentro:
“Estuve en La Quebradita porque fui invitado por el general López Contreras y porque en anterior ocasión le había manifestado que el día en que cumpliera su palabra de entregar la Presidencia al vencimiento de su período constitucional, me vería donde sus amigos estuvieran haciéndole la demostración de amistad y de aprecio que con ello se merecía.”

El ofendido intelectual y candidato explica también su antigua relación con el general Medina Angarita:
“…Estando allí se acercó el general Medina, de quien soy antiguo amigo y con quien siempre me he tratado cordialmente. Hay testigos de que fue el general Medina quien se me acercó –y esto habla bien de él– y me invitó a ir ambos a saludar al general López.”

La polémica en torno al “abrazo de La Quebradita” pronto deriva al periodismo de humor, y el famoso Francisco Pimentel “Job Pim” se encargará de glosarlas en su columna Crónicas Jobiales:

Esta qué vez, lector, ritma anodina
Te recuerda que en fecha muy cercana
Concluida la contienda ciudadana
Se abrazaron Gallegos y Medina.

Profundo error comete quien opina
Que entre el púgil que pierde y el que gana
No debiera existir concordia humana
Sino más bien perpetua inquina.

 

*Por: Rafael Simón Jiménez @rafaelsimonjimenezm. Intelectual, historiador y político venezolano

Yo no firme esa carta, pero ahí está lo que yo pienso

 

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