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Opinión

El fusilamiento de Piar

El 16 de octubre de 1817, tras un juicio sumario en Angostura, el general Manuel Carlos Piar murió ante el pelotón de fusilamiento. Su carrera militar marcó un antes y un después en la independencia de Venezuela, pero las rivalidades internas y las sospechas sobre su origen sellaron su trágico final.

Gente de Hoy

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Retrato del general Manuel Carlos Piar. Biblioteca Nacional de Venezuela.

Por: Rafael Simón Jiménez.- Personaje controvertido como su trágico fin, la figura del general Manuel Carlos Piar siempre estuvo signada por un halo misterioso, incluso en relación con su propio origen. Aun cuando la historia oficial documentada lo coloca como nacido en la ciudad de Willemstad, capital de la vecina isla de Curazao, en 1782 e hijo de Fernando Piar e Isabel Gómez, siempre lo persiguió la leyenda de ser hijo de un príncipe de Braganza que, de paso por Caracas, se había enamorado de Soledad Jerez de Aristiguieta, familiar de los Bolívar, de lo más distinguido de la sociedad capitalina, y que para esconder su pecaminoso embarazo lo había entregado al nacer a quien aparecía legalmente como su progenitora.

Lo cierto es que el joven Piar, quien había llegado a Venezuela con solo 10 años de edad, comienza su proceso de integración a la realidad de su país de adopción, donde para entonces brotaban los primeros movimientos de independencia, que más tarde logran cuajar en el 19 de abril de 1810 y disparan todo un proceso de confrontación que culminará, luego de una larga y desgarradora guerra de independencia en 1821, con el triunfo de Carabobo.

Atraído por el ideal libertario, Piar no duda en incorporarse al ejército de la naciente república, donde, gracias a su experticia en labores de marinería, el supremo poder ejecutivo de la nación lo designa alférez de fragata, destinándolo al puerto de Puerto Cabello, donde vive los momentos culminantes de la denominada Primera República, que se cierra con la capitulación del generalísimo Francisco de Miranda. Huyendo, Piar se traslada a Trinidad, desde donde se une al grupo de los denominados “libertadores de Oriente”, que encabezados por Santiago Mariño firmarán la llamada Acta de Chacachare, emprendiendo una serie de acciones bélicas que permitirán la liberación de todo el oriente de Venezuela y donde comenzarán a destacar sus dotes militares, las cuales, años más tarde, lo consagrarán como el general con más victorias dentro de la causa libertaria y, más adelante, como libertador de Angostura.

Junto a un valor y talento excepcionales para la guerra, el general Piar exhibirá un carácter y personalidad compleja, díscola, donde incluso resalta la confrontación de clases, pretendiendo liderar a los pardos y demás sectores desfavorecidos para enfrentarlos a los mantuanos que, encabezados por Bolívar, habían sido precursores de la causa independentista. Este carácter cambiante será la contraparte de su genio militar y sus hazañas bélicas, y lo conducirá, en definitiva, a su trágico e inmerecido fin.

En 1814, frente al acoso de las tropas de José Tomás Boves, Piar, que está en Margarita, se suma a la disidencia que encabeza el general José Félix Rivas y que desconoce la autoridad de Bolívar y Mariño, expulsándolos del territorio nacional. El epílogo de esta intriga será la contundente derrota en la batalla de Úrica en diciembre de 1814, tomada como referencia del fin de la llamada Segunda República y donde lo único positivo para la causa de la libertad será la muerte del brutal y despiadado Asturiano, hecho que, en el futuro, permitirá cambiar el rumbo de las hostilidades.

Piar huye a las Antillas y se incorpora, en enero de 1816, a la expedición de los Cayos que, bajo el apoyo y avituallamiento del solidario Pétion en Haití y el liderazgo reconocido de Bolívar, logra llegar a las costas venezolanas para reiniciar la ofensiva definitiva, que, aun con muchas dificultades, despejará el camino hacia la independencia definitiva de Venezuela.

En esta oportunidad, el general Manuel Carlos Piar tendrá abierto el camino de su gloria, que será a su vez el de su tragedia personal, diseñando una estrategia militar que, victoria tras victoria, le permitirá liberar y poner al servicio de la causa independentista la rica región de Guayana, cuyos fuertes y misiones se constituirán en fuente de logística y abastecimiento para todas las acciones militares futuras. En las batallas de Maturín, El Juncal y San Félix, Piar logra desbaratar el ejército realista y consolidar el dominio de esta región, que, entre otras ventajas, preserva la navegación del Orinoco y, a través de este, la comunicación con el mundo.

La victoria del general curazoleño, protagonista de nuestra contienda de liberación, será la más importante obtenida hasta entonces por las fuerzas patriotas. El propio Simón Bolívar, al comentarla, afirma: “La victoria que ha obtenido el general Piar en San Félix es el más brillante suceso que hayan alcanzado nuestras armas en Venezuela”. En efecto, el control de toda esa rica región y el acceso a la navegación del Orinoco serán decisivos para el curso posterior de la guerra.

Sin embargo, Piar no logra disfrutar las mieles de su extraordinaria victoria. Casi de inmediato se desata un vendaval de acontecimientos donde sus propias intrigas y deseos de figuración, las rivalidades con sus compañeros de armas y todo un dispositivo terminan por incriminar a quien hasta hace poco era nada menos que el héroe de Angostura, y que pasa a ser señalado por múltiples delitos. El propio Bolívar, que hace poco había destacado sus glorias, ahora no ahorra calificativos para denostar a quien la leyenda, tejida sobre su origen, colocaba como su pariente cercano.

Piar trata de huir y ponerse a salvo de sus acusadores, pero finalmente cae prisionero en Aragua de Maturín el 27 de septiembre de 1817 y es remitido a Angostura, donde se designa un Consejo de Guerra para seguirle juicio. Esta instancia penal la integran Carlos Soublette, en calidad de fiscal y emparentado con el procesado; el almirante Luis Brión, como presidente; y los vocales José Antonio Anzoátegui y Pedro León Torres, ambos coroneles ascendidos por el propio Piar; José Ucros; José María Carreño; Judas Tadeo Piñango; y Francisco Conde. Se le designa defensor al coronel Francisco Galindo. Los cargos formulados son: insubordinación, conspiración y deserción.

El juicio es breve y sumario porque la sentencia parece haber sido concebida de antemano. El tribunal, por unanimidad, decide el 15 de octubre de 1817, luego de solo unas horas de deliberación, condenarlo a muerte e imponerle como pena infamante complementaria el ser degradado. Esto último será enmendado por el propio Bolívar, quien confirma la sentencia pero se opone a la degradación. El prisionero es notificado de la pena, que se cumple al día siguiente, negándose el “héroe de Angostura” en dos oportunidades a que se le vendaran los ojos frente al pelotón de fusilamiento. El historiador Rafael María Baralt afirma que había “recibido la muerte con la misma serenidad e intrepidez que en todo tiempo y ocasión había demostrado”. Así terminaba el general Manuel Carlos Piar, el héroe de Angostura, el vencedor de El Juncal y San Félix, cuya brillante carrera militar resultó decisiva para la liberación de Venezuela.

Quienes habían especulado sobre su origen mantuano e incluso sobre su cercano parentesco con Bolívar dicen que este, al conocer la ejecución del general Piar, exclamó: “He derramado mi propia sangre”. Años más tarde, en carta que el Libertador envía al general Pedro Briceño Méndez el 16 de septiembre de 1828, en el contexto de los acontecimientos del atentado contra su persona en la llamada “noche septembrina”, donde aparece involucrado el general Francisco de Paula Santander –a quien se le conmutó la pena de muerte por el exilio–, le señala: “Yo estoy arrepentido de la muerte de Piar y Padilla y de los demás que han perecido por la misma causa; en lo adelante no habrá justicia para castigar al más atroz asesino, porque la vida de Santander es el perdón de las impunidades más escandalosas…”.

*Por: Rafael Simón Jiménez @rafaelsimonjimenezm. Intelectual, historiador y político venezolano

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