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Mensaje y compromiso en el III Domingo de Pascua

El III Domingo de Pascua trae consigo un mensaje de esperanza y compromiso para los fieles, destacando la importancia del encuentro con el Resucitado y su impacto en la vida cristiana.

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III Domingo de Pascua: encuentro de los discípulos con Jesús resucitado

En su primera aparición a todos los discípulos, Jesús resucitado intenta tranquilizarlos, quitarles el miedo y convencerles de que no se trata de un fantasma; es él quien está presente. Les invita a ver, enseñándoles sus llagas; a tocarlo, confirmando que es él, de carne y hueso; y come con ellos, lo que un fantasma no podría hacer. Luego comienza su enseñanza: todo lo que les había dicho en su predicación antes de ser crucificado fue anunciado por las Escrituras y se ha cumplido.

El evangelio dice que les abrió el entendimiento para que comprendieran lo esencial de la fe en él, la cual debe ser anunciada a todos los pueblos. Esto es lo que llamamos el ‘kerygma’, el anuncio: que el Mesías tenía que padecer hasta la muerte y resucitar al tercer día, «y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén» (Lc 24, 46-47). A partir de ahora, los apóstoles y la Iglesia serán los responsables de este anuncio.

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En los Hechos de los Apóstoles (primera lectura), Pedro reivindica el poder de Dios que se ha manifestado en Jesús al resucitarlo de entre los muertos, para hacer andar al paralítico. Así se cumple lo anunciado por los profetas: que el Mesías tenía que padecer antes de resucitar (la misma enseñanza del evangelio).

Así, el paralítico que camina, gracias al poder de Jesús que actúa por medio del apóstol Pedro, se convierte en símbolo de lo que sucede en nosotros cuando nos arrepentimos, nos convertimos y nuestros pecados son perdonados por la fe en Jesús; nos levantamos de nuestra parálisis espiritual. Al igual que lo afirmado en el evangelio, éste es, hermanos, el anuncio que debe difundir la Iglesia en su misión, por medio de la predicación (la Palabra) y los sacramentos.

La primera carta de Juan nos invita a que esta fe en Jesús, que se ha entregado por nosotros, por nuestros pecados, y que se ha convertido en nuestro abogado y mediador ante el Padre, nos lleve a un compromiso de vida, que se exprese en una vivencia de los mandamientos, mostrando así nuestra convicción de ser cristianos, nuestra autenticidad y sinceridad en la fe.

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Solo de este modo podremos construir una vida que exprese la voluntad de Dios en nosotros, en la familia y en una sociedad en la que se vivan los valores de la paz, la justicia y el amor (solidaridad). En resumen, un mundo mejor.

El papa, en la recitación del Regina Coeli en la Plaza de San Pedro, fijó su atención en el comienzo del relato del evangelio de hoy, en el que los discípulos de Emaús compartían con los apóstoles su encuentro con Jesús.

El papa nos invitó a compartir con los demás nuestras experiencias de encuentros con el Señor, algunos de los cuales han sido decisivos y han cambiado nuestras vidas (un retiro, un momento de oración, una predicación, una charla). Nos exhortó a pedirle a la Virgen que nos ayude a abrir nuestro corazón para hacernos capaces de compartir con los demás nuestros encuentros con el Señor. Amén.

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FELIZ DÍA DEL SEÑOR PARA TODOS.

Con mi afecto y bendición,

Freddy J. Fuenmayor S.
Obispo de Los Teques

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Lecturas: Hch 3, 13-15.17-19; Sal 4; 1 Jn 2, 1-5a; Lc 24, 35-48

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