Opinión
Una tequeña enamorada…

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5 meses agoon

En Los Teques nací, estudié mi preescolar en el San José de Tarbes, mi primaria y secundaria en el colegio María Auxiliadora, estuve en atletismo en el PMOM, y en gimnasia en el gimnasio del parque Urquía subiendo a El Barbecho, al lado de la comandancia de policía, frente a la Rodríguez López, estuve en básquet a ver si me estiraba un poco, en el gimnasio Luis Navarro en honor al Sr. «Hueso» Navarro como lo conocí desde muy niña cuando allá en el Club Centro de Amigos él jugaba softbol, al club íbamos todos los fines de semana y conocí a muy buenos amigos quizá los primeros, a mi primer gran amor, y participé en las actividades de modelaje, además de hacer otras tantas de recreación, nací en el Centro Médico «Los Teques» ese que estaba diagonal a la DIEX, ahí nací, y ahí me salvaban de cada caída o herida que se hace uno cuando es muchacha.
En el ateneo estudié danza, y no había obra de teatro que no fuera a ver, sobretodo me encantaba ir a ver las de la Sra. Tanya Díaz quien era mi vecina, y cada vez que nos veía por planta baja nos invitaba a todas las obras. Ir al cine de la Hoyada era uno de mis pasatiempos, también fui un par de veces al cine Guaicaipuro. En el colegio María Auxiliadora creé los mejores recuerdos hasta hoy, ahí hice mis amigas que aún conservo, estuve en la sociedad bolivariana y en los patrulleros escolares, aprendí a izar la bandera y a respetarla, me enseñaron el himno nacional y el del estado Miranda completos, ¡ah! y el del árbol también, aprendí a contestar una misa y a entender de creencias y fe, aunque mis padres hicieron ese gran trabajo de inculcar los valores y principios desde casa, en el colegio reforzaban, en las tardes me quedaba en mi colegio porque amaba ir a la biblioteca, ahí pasaba horas leyendo, también pasaba algunas tardes jugando kikimbol y otro juego que le decíamos quemado, me metí en un curso para tocar batería, y también hacía teatro, estando en la coral supe que me encantaba cantar, aprendí mecanografía, no habían sacado las computadoras, cuando estaba en 3er. año del liceo llegaron las compu para sumergir nuestras vidas para siempre en un mundo digital, cuando me iba de regreso a mi hogar cruzaba a Crema Paraíso y pedía mi helado de mantecado con lluvia o capita de chocolate, iba desde El Savil hasta mi casa comiéndolo, era una cuadra para llegar a Los Apamates, las Residencias donde viví gran parte de mi vida, al lado del parque Los Coquitos, ahí frente al centro comercial, en la avenida La Hoyada una de las principales de mi ciudad.
Me encantaba ir al parque «Knoop» mejor conocido como «Los Coquitos», iba a hacer mis tareas en las casitas que ahí había, y por supuesto a pasear por sus caminerías para llegar hasta la quebrada, y ver la vía del tren, también tenía un plan favorito subir al tren de El Encanto por la entrada de Los Lagos, tuve la dicha de subir en los vagones y hacer el recorrido por sus rieles, llegar a uno de los paisajes más bellos, ver sus pozos hermosos y helados, esos caminitos de piedra resbaladizos y esos árboles inmensos.
Empecé a crecer y una que otra vez mis viejos me daban permiso de ir a los matinés de la «Grand City» y de «El Viñatero» por ahí en la adolescencia para uno bailar y compartir con las amistades, también hacían guerras de minitecas en el club donde frecuentaba, vía San Camilo, por ahí antes de los Montes Verdes, frente a Alberto Ravel, me fui haciendo adulta y pues usaba mechitas en el cabello era la moda, me las hacía allá donde «Yaco», pero antes de ir a la peluquería en la fuente de soda las «Tres F» me comía mi heladito, los fines de semana mi papá nos llevaba a comer al restaurant «Polar» allá en Campo Alegre él era socio, a «El Adriático» frente a la plaza Guaicaipuro, y al restaurant «Los Alpes» donde tenía mis tartaletas favoritas, ¡ah! también los dulcitos que vendían en el «Hotel Alemán» frente a la Plaza Miranda por ahí al ladito de la Iglesia El Carmen. Por la plaza El Rincón mi tío tenía una licorería y me encantaba ir para buscar chucherías, subiendo la calle Ayacucho compraba mis duraznos al Sr. Encarnación, él se paraba al lado del garaje «TOCO», caminaba por ahí para ir a la calle Sucre a la tipografía «CIMA» que era de mi tío, que estaba en la casa que era de mis abuelos paternos, ahí creció mi papá, pasaba por esas calles para ir al «Victegui» a buscar a mis hermanos que allí estudiaban. Era fanática de las pizzas que vendían en la Avenida Bolívar en la pizzería «La Traviatta» en residencias Caracas, en esa zona creció mi mamá en los bloques del Rosario, ella estudió en el liceo «Miranda», y mi papá en el «Victegui», ella merideña y él caraqueño, pero son más tequeños que yo que nací aquí, porque tienen más años viviendo en Los Teques que yo de nacida.
Por el boulevard «Lamas» subía para ir a la Casa de la Cultura me disfrutaba las obras y actividades que dictaban ahí, salía y me iba a la Catedral donde se casaron mis padres, rezaba un padre nuestro y me iba, en diciembre en la plaza Bolívar hacían patinatas, y pues patinaba, uno de mis hobbies que aún hago, con esos patines nos lanzábamos por la bajada de parque «Los Coquitos» hasta la Hoyada, solíamos encontrarnos en la cervecería «La Plaza», al lado de la casa amarilla, para pasar esos ratos de navidad. Todos los días iba a tomar chicha en el boulevard «Vargas» y a comprar artesanía, cueritos, pulseritas, esas cosas. Me bautizaron en una iglesia en el colegio «Nuestra Señora de Fátima» en La Matica, por el puente Castro siempre compraba mis jeans, había una tienda que los fabricaba, y eran moda para la época, en el Cementerio comía las mejores hallaquitas de chicharrón que he comido en mi vida, subía por El Trigo, por El Rincón, o por El Retén para llegar a San’t Omero o a Las Guamas donde vivían mis abuelos maternos, y donde tenía algunos amigos. Vía al Paso iba al mercado a comer unas empanaditas mundiales, y por ahí hacía el mantenimiento de mi carro ya más adulta.
¡Ay! Que no se me olviden nunca las arepas de «Los Cerritos», «Los Golfiados», los perros del «Sufi», los profiteroles de Los Nuevos Teques, mi padrino y mi madrina de bautizo de Santa Eulalia del sector hoyo del burro, mi mejor amiga de 4 to. y 5 to. año del liceo que vivía en Quenda, el primer consultorio de mi mamá allá en el Edificio Coralia en la Av. Bermúdez, y la oficina de mi papá en Galerías Bolívar, al lado de la casa mágica, y en el dispensario de La Estrella mi mamá fue la Odontológo en esos años de mi infancia. Mi abuela materna directora del colegio «Simón Barreto Ramos» en la Matica arriba, y mi abuela paterna directora colegio «Monseñor Arias Blanco» en Santa Eulalia.
¿Qué si nací en Los Teques? No solo nací, crecí, me crié y sigo aquí, con un sentido de pertenencia, con un arraigo a mi ciudad, solo tuve un receso de Los Teques cuando me fuí a hacer mis estudios profesionales, pero regresé a entregar mi vocación y solidaridad a mis tequeños, paso mis consultas al lado del estadio Guaicaipuro en la Parroquia San José Obrero en El Barbecho, ahí soy feliz porque hago lo que amo, la odontología en «CMOI».
No me identifico con el gentilicio tequense, porque soy 100% tequeña, nacida en el pueblo, donde atendió a mi mamá el Dr. Boris Bossio y criada entre el pueblo y el llano.
¡Los Teques feliz cumpleaños!
Nilsen Lares
@nilsmlv
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